
En un mundo donde la innovación tecnológica avanza a pasos agigantados, las empresas enfrentan un reto crucial: cerrar la brecha entre las habilidades que los colaboradores tienen y las que realmente necesitan para ser competitivos. El desfase tecnológico no solo afecta el desempeño individual, sino la capacidad de toda la organización para adaptarse y crecer. En este contexto, la integración de formación tradicional con recursos virtualizados y multiagentes representa una solución innovadora para acelerar la actualización de competencias y potenciar el aprendizaje continuo.
Históricamente, la formación en las empresas y en la educación formal se ha basado mayoritariamente en metodologías pasivas, centradas en la escucha de expertos o instructores. La premisa ha sido que quienes imparten el conocimiento dominan el contenido y, por ello, el aprendizaje se logra principalmente a través de la transmisión verbal o expositiva. Sin embargo, múltiples estudios en neurociencia y educación han demostrado que esta forma de aprendizaje es significativamente limitada en términos de retención y aplicación práctica.
Además, quienes participan en estas sesiones de formación suelen dedicar una parte considerable del tiempo a tomar apuntes o escribir, con la intención de captar y organizar la información. Sin embargo, esta práctica, aunque tradicionalmente vista como útil, no siempre garantiza una comprensión profunda ni una síntesis efectiva del contenido. En este punto, la inteligencia artificial (IA) emerge como un aliado poderoso, capaz de realizar resúmenes, síntesis y ampliaciones de las ideas presentadas durante la clase con un nivel de detalle y coherencia que supera muchas veces la escritura manual.
Datos duros que revelan esta realidad:
- Según el modelo de la pirámide de aprendizaje de Edgar Dale, las personas retienen aproximadamente solo un 20% de lo que escuchan, y esa retención cae a menos del 10% después de solo unos días si no se refuerza.
- Un estudio de la National Training Laboratories sugiere que la retención promedio tras una sesión de aprendizaje pasivo llega al 5-10%, mientras que cuando el aprendizaje es activo —como enseñar a otros o practicar— la retención se eleva hasta un 75-90%.
- La teoría del aprendizaje activo sostiene que los empleados aprenden mejor cuando pueden interactuar, experimentar, enseñar o aplicar inmediatamente lo aprendido, en lugar de ser receptores pasivos de información.
Esto explica por qué, en muchas ocasiones, los empleados salen de capacitaciones tradicionales con una comprensión superficial y olvidan gran parte del contenido en poco tiempo, limitando así el impacto real de la formación en el desempeño laboral.
¿Qué significa esto para la formación en las empresas?
Depender exclusivamente de formatos tradicionales —como charlas magistrales o webinars unidireccionales— no es suficiente para cerrar la brecha tecnológica ni para desarrollar habilidades digitales de alta demanda. La formación debe evolucionar hacia métodos que fomenten la participación activa, la práctica constante y la enseñanza colaborativa.
Aquí es donde la integración de multiagentes entrenados con el marco de referencia de tu empresa y entornos e-learning interactivos cobra sentido:
- Permiten simular escenarios reales donde el empleado puede practicar y recibir feedback inmediato.
- Facilitan la enseñanza entre pares y la repetición activa, elementos clave para consolidar el conocimiento.
- Personalizan el aprendizaje, ajustándose al ritmo y estilo de cada usuario para maximizar la retención.
En definitiva, una capacitación que se limita a la transmisión pasiva de información, sin incorporar entrenamiento práctico ni mecanismos efectivos de feedback, representa una pérdida enorme de recursos para cualquier empresa. No basta con que los empleados escuchen y tomen apuntes; es imprescindible que puedan aplicar lo aprendido, recibir retroalimentación constante y adaptar sus habilidades en un entorno dinámico. Sin esta combinación, la formación se convierte en un gasto improductivo que no genera verdadero valor ni contribuye al desarrollo sostenible del talento ni al crecimiento empresarial. La inversión inteligente está en diseñar programas de capacitación que integren aprendizaje activo, tecnología avanzada y evaluación continua para asegurar resultados reales y duraderos.